Educación Estética en la primera infancia

¿Qué importancia tiene satisfacer necesidades espirituales o estéticas en los seres humanos? Al fin y al cabo, las personas tienen necesidades más importantes como proveer alimentos, tener un trabajo para sustentar muchas otras necesidades básicas. Sin embargo, al realizar nuestra vida en torno a grupos humanos, familia, amigos, compañeros de estudio, de trabajo, comunidades, etc., lo hacemos satisfaciendo necesidades más elevadas y complejas. Es cierto también, que no todos nacen en un ambiente que satisfaga todas las necesidades de desarrollo desde la niñez. Cuando el ser humano es niño e inicia su vida en el entorno familiar puede crecer en un medio con muchos privilegios y oportunidades de desarrollo o bien crecer en un medio privado de muchas cosas e incluso del amor incondicional. Es ahí donde se van forjando las historias de necesidades insatisfechas. Depende de la familia en que nazca y del entorno, como se influye su crecimiento. Hay muchos tipos de familias y de relaciones al interior de ellas que influyen en la historia personal de cada niño o niña. Padres sobreprotectores que anulan a sus hijos, padres permisivos que no velan por lo que les puede hacer daño, padres autoritarios que no atienden las necesidades emocionales de sus hijos o padres democráticos que conversan con sus hijos y acuerdan ciertas reglas para su convivencia. Y toda la gama de situaciones en que lo padres pasan de actuar como un tipo de familia o como otro tipo. En todos ellos puede existir la visión de satisfacer las necesidades más urgentes de los niños como techo, alimento, vestuario y otras no tan urgentes pero muy importantes como la diversión y el aprendizaje o estudio. Dentro de esa gama, podemos preguntar si existe la satisfacción de necesidades espirituales o estéticas, en las que el niño pueda experimentar emociones que lo vinculen al agradecimiento y a la admiración. Dos emociones que van formando una estabilidad en su vida puesto que solo se agradece lo bueno y se admira lo bello. No siempre lo bello es sinónimo de bueno, pero en su justa dimensión apreciar y degustar el arte, es parte de esas emociones. A eso le llamamos emociones estéticas.

 ¿Y por qué privar a los niños de estas emociones estéticas? ¿Debido a que son muy chicos e inmaduros o incapaces de sentirlo? Entonces ¿Cuándo se debe perseguir el objetivo de desarrollar capacidades para apreciar la bondad y la belleza? ¿Es acaso un lujo que los niños puedan experimentar las emociones estéticas? Son preguntas válidas para hablar de la educación en la primera infancia. Pero ¿De qué sirve preocuparse de enseñar a apreciar el arte y la belleza a los niños? Al respecto en la revista Hacer Familia, se habla precisamente sobre la educación estética de los niños en el contexto de la educación integral para apreciar la belleza en su entorno y en sus valores. “La apertura a los valores y concretamente a la belleza, no es un lujo superfluo en el proceso educativo, sino que es fundamental para la formación personal del niño. Para enseñar a los niños a apreciar el arte y la belleza es preciso, primero despertar en el niño la capacidad y la sensibilidad para reconocer lo bello; y luego, situarse frente a una obra bella para dejar que se impresione por ella” (Hacer Familia). Es en este preciso punto, el despertar la capacidad de apreciar, donde la educación estética toma su objetivo para el desarrollo de los niños.

Un niño que aprecia lo bello, estará asociando el valor de lo limpio de su entorno, la forma como tratar a los demás, la capacidad de escuchar la música de otros, el cuidado de sus modales frente a las personas, el aprecio por la naturaleza, etc. Por lo tanto, si bien la educación estética, atañe al goce y aprecio por el arte y la belleza, no deja afuera, más al contrario, incluye, la educación de la apreciación, tanto de la conducta humana como de las obras de arte de todos los tiempos. Es por esto que la educación estética nos aleja de la mediocridad en varios sentidos, tanto de comportamiento como de apreciación de lo valioso para el ser humano. El medio audiovisual, la televisión, el celular, las redes sociales, y todo tipo de comunicación que llega al consumidor de contenido, pareciera tener toda una gama de influencias sobre las personas y en especial en los niños. En la niñez, educar justamente significa seleccionar el contenido, para que interactúe sin menospreciar el intelecto y la capacidad de goce no sólo sensorial, sino que estética y espiritual de los niños.  Los padres permisivos dejan al alcance de los niños toda la tecnología y contenido abierto sin mediar una guía y supervisión para ello. Lo que desencadena que estos medios se convierten en los que influyen en sus hábitos y formas de relacionarse, de apreciar y de comportarse. Los padres autoritarios, si bien pueden supervisar el consumo de medios, e incluso restringirlos, no necesariamente guían a los niños para apreciar lo más conveniente para su desarrollo integral. Los padres democráticos, pueden conversar y conocer los intereses de los niños y en función de eso, seleccionar contenido apropiado para guiarlos en su apreciación de lo bueno y bello. Los padres deben asumir esta responsabilidad de guiar en los niños la apreciación de la belleza, dando oportunidades de gozar la naturaleza, escuchar música que puedan cantar según melodías, ritmos y temáticas acordes a la edad, visitar museos, interactuar con la música, conocer y escuchar obras musicales para niños, asistir al ballet, etc.

El arte es parte de la expresión del ser humano. Estas niñas asisten con sus padres a una sesión de educación musical en Musifamilá, que pretende acercarlas a la apreciación de obras clásicas como parte de su educación estética.

En la escuela, los profesores tienen la misión de enseñar, pero también de educar. Este último término, se refiere a extraer de cada niño lo mejor, y sin duda con la educación estética esto cobra mayor sentido. Los profesores de música y de arte, son los llamados a velar por el desarrollo de capacidades que les permitan a los niños expresarse y gustar de obras musicales y visuales adecuadas a su edad y desarrollo.

En la educación musical, disciplina con la que trabajo con vocación de servicio, el canto, la expresión corporal y la orquesta de percusión, son los medios que utilizo para ir acercando y vivenciando con los niños la expresión musical y por cierto su apreciación y gusto. Una semana escolar sin música, sin canto, sin compartir con el otro en actividades de creación y sin la audición de música de calidad, se ve desierta de oportunidades de desarrollo y educación estética para los niños si en su hogar no la tienen.

Al intentar responder la pregunta si la educación estética es un lujo o una necesidad, al igual que lo preguntó el Luis Porcher en el título de su libro, no queda más que responder con uno de sus escritos relacionados con la suerte de nacer o no en un lugar privilegiado : “ las categorías operantes en el discurso estético no son en modo alguno naturales (es decir, recibidas al nacer) sino productos de procedencia cultural.” (pag 12, La educación estética lujo o necidad, de Luis Porcher y colaboradores editorial Kapelusz). Por lo tanto, es una necesidad imperiosa dar la oportunidad a los niños de adquirir esta educación estética en el colegio, a fin de nivelar las diferentes procedencias sociales de los niños y dar las oportunidades a todos para tener la capacidad de apreciar y valorar el arte, sintiendo ante él las emociones estéticas que solo el ser humano puede tener.

Por Marta Galleguillos Meza

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